Decía Aristóteles en su Ética a Nicómaco que “una de las necesidades apremiantes en la vida” es la amistad. Los amigos nos ayudan en los tiempos de miseria, y es en los hombres (y no en los animales) donde tiene su máxima expresión (Aristóteles, 2017).
Para este autor hay tres tipos de amistad: por interés o utilidad, por placer y la amistad virtuosa.
Según Aristóteles, las dos primeras serían formas imperfectas de amistad, porque en ambos casos se busca algo accesorio (conseguir algún fin en el caso de la amistad por interés, y obtener un placer en el segundo caso). De hecho, cuando la fuente de placer desaparece o cuando ya no es posible conseguir algo útil del amigo, ambos tipos de amistad se deshacen.
En cambio, en la amistad perfecta o virtuosa, los hombres se desean mutuamente el bien, porque son buenos.
Es un tipo de amistad que dura más en el tiempo, porque la misma interacción con la otra persona buena es la fuente de placer. Se caracteriza, además, porque necesita de tiempo para formarse, y se mantiene con el hábito.
La distancia no destruye este tipo de amistad, pero la ausencia de larga duración acaba provocando el olvido (Aristóteles, 2017).
Aristóteles considera que la amistad virtuosa es la verdadera amistad, que es solo accesible a los hombres buenos.
Sin embargo, para otros autores, la distinción entre los tipos de amistad no está tan clara.
Por ejemplo, Blaise Pascal en sus Pensamientos comentaba que “siempre hay algún interés en hacerse amar” y que en realidad, “la vida humana no es más que una ilusión perpetua; nos dedicamos exclusivamente a inter-engañarnos y a inter-halagarnos”. Por eso, para Pascal, la única amistad pura es el amor a Dios (Pascal, 2004).
Aristóteles no descarta que los hombres virtuosos que establecen una amistad perfecta puedan obtener placer o beneficios útiles como consecuencia de su amistad, el foco lo pone en el hecho de que solo los hombres buenos establecen relaciones de amistad por la amistad misma, sin tener otros objetivos en mente al empezar la amistad.
En mi opinión, siempre que establecemos contacto con los demás es porque necesitamos algo de ellos. Puede ser alimento o dinero, en el caso de una persona con pocos recursos, pero en una persona en el que las necesidades materiales están cubiertas, puede que obtenga placer en hablar de temas intelectuales o espirituales.
Al fin y al cabo, la posición económica, cultural o social determinará cuáles son nuestras necesidades en cada momento. ¿Podemos decir que el hombre que busca comida es menos virtuoso que el que busca una buena conversación? ¿Es la búsqueda de placer sensual en un joven apasionado menos digna que la búsqueda de un tarde apacible, al lado del fuego, en buena compañía, por parte de un hombre maduro?
Puede que sí, pero en mi opinión se trata de juicios de valor sobre aspectos de la realidad que a lo mejor, no nos corresponde a nosotros juzgarlos.
Por lo tanto, mi conclusión sería que siempre que buscamos amistad, buscamos a alguien que nos complemente en algo que necesitamos o que anhelamos: puede ser placer, conversación, negocios… Por lo tanto, la amistad, como decía Pascal, siempre tiene algo de interesado. ¿Tiene esto algo de negativo?
Pues dependerá de que los fines que se persiguen[1] sean buenos o no en sí mismos, no de si los hombres son buenos o no como defendía Aristóteles en su ética a Nicómaco al hablar de la amistad. No es lo mismo buscar amistad para hacer daño a alguien, que buscarla para obtener cobijo, alimento o una buena conversación sobre un tema filosófico.
Bibliografía
Aristóteles. (09 de 12 de 2017). http://www.filosofia.org. Obtenido de http://www.filosofia.org: http://www.filosofia.org/cla/ari/azc01.htm
Pascal, B. (2004). Pensées. Paris: Éditions Gallimard.
[1] El capítulo 2 del libro 8 de Ética a Nicómaco habla de “del objeto de la amistad” o de “qué cosas son amables”. Pudiera parecer que este apartado coincide con lo que indico de los fines en sí mismos que se persiguen con la amistad, pero la diferencia está en que para Aristóteles los objetos amables son útiles, agradables o que nos parecen buenos para nosotros mismos. Mientras que en la distinción que yo hago, la clave no estaría en lo que nos parece a nosotros mismos, sino en que el fin sea bueno, agradable o útil en sí mismo (teniendo en cuenta también el bien común o la perspectiva de los demás), por ejemplo, el interés de la persona a la que se busca dañar o sobre la que se pretende influir con nuestra amistad.
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