Menú Cerrar

Sobre la abolición de la esclavitud en Occidente

Introducción

En Occidente estuvo justificada durante muchos siglos la esclavitud. Por un lado, somos herederos de la cultura griega, y autores tan destacados como Aristóteles defendían esta práctica. Este autor consideraba la esclavitud buena tanto para el dueño como para los esclavos. Ver esta otra entrada en este Blog.

Para los dueños, porque le podían liberar de las acciones cotidianas y dedicarse a ocupaciones más elevadas, como la política o la filosofía. Los esclavos, según Aristóteles, contaban con una capacidad menor (menor fuerza, física inteligencia, etc.). Por ello, tener un dueño les proporcionaba un lugar donde vivir y desarrollar sus vidas en un entorno más seguro que el que tendrían si lo hacían en libertad.

Llegada del cristianismo

Por otro lado, para la primera tradición cristiana, la esclavitud también estaba justificada porque así aparecía en la Biblia. Esta práctica la defendía, por ejemplo, el jesuita Alonso de Sandoval en el siglo XVII (“no sólo le acarreó a Cham la ofensa que cometió contra su padre quedar su generación oscura y negra, mas […] sujeta a cautiverio, comprehendiendo la maldición de su padre a toda su descendencia, condenándola a perpetua servidumbre”).

Hasta el siglo XV, este punto de vista, aunque era desafortunado, no había generado grandes problemas, porque los esclavos no despertaban ningún interés comercial relevante.

Sin embargo, a partir del siglo XVI se dio una gran importancia al tráfico de esclavos negros por tres circunstancias históricas:

a) por el desarrollo de un sistema de plantaciones en el Nuevo Mundo,

b) por el avance de las exploraciones portuguesas en la costa africana y

c) por la caída de Constantinopla en manos de los turcos (lo que interrumpió el tráfico de esclavos que provenían de Oriente).   

Por este motivo, los teólogos cristianos tuvieron que plantearse si esta interpretación de la Biblia era acertada o no. Algunos teólogos cristianos católicos llegaron antes que los protestantes a la conclusión de que no se podía considerar esclavos a otros seres humanos. Los teólogos protestantes acabaron aceptando esta posibilidad, pero tardaron más tiempo en reconocerla, porque para ellos, la lectura literal de la Biblia tenía un peso mayor.

Sin  embargo, la abolición de la esclavitud sufrió un proceso inverso. Se produjo primero en los países protestantes (donde las condiciones de vida de éstos eran peores) y más tarde en los países católicos.

Argumentos de pensadores españoles ante la esclavitud

El fraile dominico español Francisco de Vitoria (1483/1486-1546) negó que se pudiera esclavizar a los que eran intelectualmente inferiores (como defendía Aristóteles), pero consideró que era lícita la esclavitud producida como consecuencia de una guerra y como medida para evitar la pena de muerte.

Por otro lado, el dominico y teólogo Domingo de Soto (1494-1560) no estaba de acuerdo con este argumento, y consideraba que “los rudos solamente tenían obligación de servir a los sabios, si éstos les daban un salario”.

Otros autores destacados, como el filósofo, jurista y teólogo español Bartolomé de las Casas (1474/1484-1566) inicialmente defendió que se trajeran esclavos negros para evitar que los indios fueran esclavos. Más tarde se desdijo de esta afirmación y denunció también el tráfico de seres humanos desde África.

El debate entre dominicos, jesuitas y capuchinos fue intenso durante estos siglos. A menudo se afirma que la verdadera comprensión de la dignidad humana resultó el factor más determinante para acabar con esta ilicitud.

Estoy totalmente de acuerdo con la afirmación anterior, y creo que tiene que ser el faro moral que nos guíe en esta cuestión. Sin embargo, no puedo dejar de realizarme la siguiente pregunta: ¿hasta qué punto otros factores de índole económico y político afectaron a esta decisión?

Otros factores que ayudaron a la abolición (parcial) de la esclavitud

Cualquier forma de esclavitud es imperdonable y debe ser castigada. Pero veamos la cuestión de otra manera. Durante muchos años, los esclavos fueron necesarios para las plantaciones. Aunque a la mayoría de la gente le causara repulsión, siempre había “sabios” dispuestos a defender su licitud. Si no lo hacían, eran ellos los que tendrían que ir a recoger el algodón, el maíz o el tabaco.

Durante la colonización española, los indios fueron los primeros esclavos. Cuando se vio que los esclavos negros eran más fuertes y resistentes para este trabajo, se concedió mayor libertad a los indios y se potenció, de manera inmoral desde nuestra sensibilidad actual, el tráfico de seres humanos desde África.

A finales del siglo XIX se produjo la revolución industrial. De manera que ya había máquinas que podían hacer estas tareas a un precio más bajo, y sin que hubiera peligro de revueltas, epidemias, ni consideraciones morales. No es de extrañar que el movimiento abolicionista surgiera con fuerza en Gran Bretaña, cuna de la revolución industrial.

La esclavitud hoy en día

Por desgracia, la esclavitud es un problema que a día de hoy no hemos conseguido erradicar de nuestra sociedad. En la actualidad sigue habiendo diferentes tipos de esclavitud. Por ejemplo, existe a nivel mundial un amplio comercio de trata de blancas. Este comercio causa la desgracia y el sufrimiento de cientos de miles o millones de mujeres de todo el mundo.

Es una situación muy lamentable que los gobiernos combaten. Pero no con la energía suficiente para su total erradicación (que es lo que a todos nos gustaría).

Es posible que las generaciones futuras se lamenten de que en nuestra época no hayamos sido capaces de articular medidas efectivas para impedir que este terrible negocio se siga produciendo a expensas de seres humanos inocentes.

Aunque considero que todo intento de hacer banal la sexualidad humana es empobrecedor y, por lo tanto, desaconsejable desde un punto de vista ético y psicológico, ¿qué sucedería si en unos años aparecieran sistemas alternativos a los de la prostitución pero sin la intervención y el sufrimiento de seres humanos? ¿Y si estos dispositivos tecnológicos no tuvieran que dormir, no padecieran enfermedades, ni fueran objeto de persecución policial, ni de repudio moral?

Posiblemente, se haría mucho más caso a las voces que desde siempre han defendido que la trata de blancas es una aberración. Y se consiguiera, mediante medidas más eficaces, evitar hasta el último resquicio residual de explotación sexual. En primer lugar, habría menos esclavitud que combatir. En segundo, el antiguo sistema no resultaría rentable. Por último, no habría mecanismos de poder implicados activamente en mantener este sistema de dominación de unos seres humanos sobre otros.  

Conclusión

En esta entrada no entro a valorar la idoneidad de usar este tipo de máquinas (considero que es algo también condenable por muchos motivos que no entran dentro de los objetivos de esta exposición).

Lo que planteo es que las consideraciones morales o teológicas son importantes. Pero que por desgracia, siempre estarán influidas por factores económicos, políticos y sociales (como defiende Didier Fassin, entre otros autores). Para comprender bien los cambios que se producen en una sociedad, hay que tener en cuenta todos estos factores.    

Publicado en Aristóteles, Bartolomé de las Casas, Francisco de Vitoria, Sociedad

Artículos relacionados

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *