En una entrada de Blog anterior hablé sobre cómo entendía la sociedad civil, la propiedad, la esclavitud y el poder doméstico Aristóteles en su libro la Política. En esta nueva entrada comentaré el trabajo de Hannah Arendt que lleva por título «La Condición Humana» y que reflexiona, 25 siglos después, sobre estas mismas cuestiones.
Para Hannah Arendt es necesaria la presencia de otros seres humanos para actuar como un ser humano, dado que la acción depende de la constante presencia de los demás.
Según esta autora, en el pensamiento griego había una distinción clara entre la organización política o vida pública (en la que se podía ejercer propiamente la libertad) y la familiar o privada (en la que se realizaban actividades relacionadas con la conservación de la vida y la supervivencia de la especie).
Para los griegos, según Hannah Arendt, el dominio de las necesidades vitales en la familia era una condición necesaria para poder ejercer la libertad en la polis. La necesidad era un hecho pre-político, que correspondía al ámbito doméstico, y en este ámbito, el uso de la fuerza y la violencia estarían justificados porque serían el único medio para dominar la necesidad y llegar a ser libre.
El ámbito doméstico sería por tanto, en la etapa de la Grecia clásica, un entorno de desigualdad, mientras que la polis se regiría por una relación entre iguales. Sin embargo, en el mundo moderno, las esferas doméstica y política están mucho menos diferencias. De hecho, la administración de la casa, y de todas las materias relacionadas, ha pasado a ser también un interés colectivo.
Para los coetáneos de Aristóteles, sin dominar las necesidades vitales en la casa no era posible el beneficio de la gran vida de la polis.
Aportaciones de Hannah Arendt
Es cierto que el poder político actual se interesa en gran medida por lo que pasa en nuestros hogares: ¿Dedicamos el mismo tiempo a las tareas domésticas? ¿Reciclamos lo suficiente? ¿Damos voz y voto a nuestros hijos en las decisiones que tomamos de manera cotidiana? ¿Ganamos todos lo mismo?
Sin embargo, hay algo que no ha cambiado respecto a la Grecia antigua. Todos nosotros debemos asegurarnos nuestro sustento. A veces deberemos trabajar durante bastantes horas al día para poder llegar a fin de mes y pagar nuestras facturas. Una pequeña parte de nuestros ingresos podrán ser destinados a actividades de ocio.
En otras ocasiones, los que sean más afortunados, podrán dedicar una parte mayor de sus ingresos y de su tiempo libre a actividades desligadas de la obtención de recursos.
Desde mi punto de vista, es aquí donde se dispondrá de un grado de libertad mayor para dedicar el tiempo a actividades menos productivas, pero que ejerceremos posiblemente con mayor libertad (aficiones, estudios, actividades de voluntariado, trabajos vocacionales que no están bien remunerados, etc.).
En definitiva, los griegos de la época de Aristóteles y nosotros tenemos sociedades diferentes pero también nos parecemos en lo esencial, dado que las necesidades y las aspiraciones de ambas culturas son similares.